“Te haré entender.” ¿Qué es lo primero que piensas cuando lees esta frase? ¿Piensas en algún bully que te molestaba en la escuela? ¿O en la voz de tu madre un poco subida o hasta con la chancla en mano? ¿O tu padre con el cinto listo? ¿O piensas en un padre que se sienta pacientemente con su hijita para explicarle una vez más como hacer la multiplicación o como andar en bicicleta?
Una de las cosas que me preocupa mucho de las redes sociales es lo vulnerable que es toda comunicación a ser malinterpretada, porque no oimos tonos de voz, ni vemos caras y gestos, los cuales nos aclaran la intención de las palabras en muchas ocasiones. En la ausencia de estos, cada quien interpreta el mensaje según su propio criterio- lo que conoce de la persona, experiencias pasadas con la persona en cuestión, experiencias pasadas con esas palabras, lo que está pasando en su propia vida hoy – un sinnúmero de factores, que sin querer, nos pueden llevar a reaccionar negativamente. (Mucho cuidado con juzgar o tomar ofensa o compartir chisme. -Pr.26:13)
En el Salmo 32:8, Dios nos dice: Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. Según la Biblia interlineal, la traducción más directa del original, este texto dice, “Te guiaré en el camino en que debes andar, y te enseñaré; te instruiré con mis ojos”.
Nuestro Padre celestial desea una relación íntima con nosotros, tan íntima como la relación entre hermanas o entre esposos que pueden intercambiar miradas y saber lo que el otro está pensando. Esta es una invitación a acercarnos a Aquel que ya conoce todo el camino que hay delante de nosotros– lo que es más, él lo trazó- y su mayor deseo es guiarnos y enseñarnos el mejor camino. El mejor camino no siempre es el más fácil, el más despejado o el más popular. El mejor camino es el que Dios ha escogido para forjar en mí su carácter y para traer gloria a Él. Entre más conozco su palabra, su carácter, su amor y su fidelidad, más sensible seré en cualquier situación a su guía en mi espíritu y corazón, así como mirando a través de sus ojos. Así como cuando el hijo pequeño le mira a los ojos de su papá y le sigue, confiando plenamente – sea por un camino, saltando a la alberca del trampolín o recibiendo una vacuna- cree, Papá me ama y sabe lo mejor.
Así que cualquier que sea el camino delante de ti hoy- sea enfrentar cambios en tu propio carácter o dejar un pecado oculto, la perdida de trabajo, un embarazo no esperado o la falta del embarazo deseado, un diagnostico temido, el fin de una relación, un hijo extraviado, o algún cambio grande o chico que Dios ha puesto delante de ti- decide seguir el camino que él te indica con mucho amor.
Pero ojo, el versículo siguiente nos da una advertencia, de esas que no nos gustan mucho, como cuando mamá dice: ¿Por las buenas o por las malas? No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti. (Salmo 32:9)
Entonces, ¿qué será? ¿Serás guiada por los ojos del Señor- ojos de amor y misericordia pero llenos de la verdad que tanto necesitas? Verdad que despierta y que nos libera de las mentiras que nos han dicho y hemos creído y nos han impedido realizar las maravillas que Dios tiene para nosotros y nuestra familia. ¿O seguirás corcoveando como caballo o mulo y así alargas tu proceso y repites las pruebas?