¿Qué Dios le presentas a tu hijo?

Debemos asegurarnos que el Dios que les presentamos a nuestros hijos es el Dios de la Biblia, porque de eso depende su fe y su caminar.


1. No le des a tu hijo un “Diosito”.– Entiendo que esto es algo muy cultural y de buena intención, ya que se usa “ito” para mostrar cariño y confianza (hijito, mi hermanito, mi casita, mi perrito). Y así muchas mamás hablan a sus pequeños de Diosito, que es bueno, les ama y estará con ellos cuando quieran orar. Pero hay un problema fundamental con esto. Las palabras muchas veces llevan un mensaje directo y otro implícito. Dios nunca ha sido “Diosito” y nunca lo será. Usar “ito/ita” es diminutivo, denota pequeño, y aunque lo digamos con mucho cariño, sigue siendo la descripción que le damos. Y es todo lo contrario del Dios de la Biblia. 1 Crónicas 29:11 dice, Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad

2. No le des a tu hijo un “niño Dios”, como suelen decir muchos, en especial en la época de Navidad. Enseñamos a los niños que los bebés son inocentes e indefensos y necesitan que uno cuide de ellos, obviamente para que tengan cuidado y no los lastimen. Pero entonces, si ven a Dios como un bebé, precioso sí, pero un bebé, ¿cómo quieres que en verdad esperen que les ayude en algo? Nunca fue “el niño Dios” en el pesebre de Belén, sino “el niño Jesús”, quien nació, vivió y murió como hombre quien se despojó de su naturaleza divina mientras en cuerpo humano, para que nos identificáramos con él en todo y podría ser nuestra salvación. Al final de su vida en la tierra, después de levantarse de la muerte y justo antes de ascender a estar para siempre en el trono a la diestra de Dios Padre, Jesús dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra… Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.(Mateo 28:18-20)

Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra

3. No le des a tu hijo un Dios lejano o muy ocupado. He oído a una mamá querer consolar a su hijo que no había visto la respuesta a su petición, “Sabes que Dios está muy ocupado viendo por gente en todo el mundo, así que ten paciencia”. O un papá que dice, “No le molestes a Dios con pequeñeces, ora cuando realmente es importante”. Es verdad que Dios ve por todo el mundo, pero es tan completamente omnipresente que está en todos partes a la vez, y no está como muchas veces estamos nosotros, “presentes pero sin poner atención”.

El Dios de la Biblia es un Dios presente, atento y nada se le escapa. Los profetas de Baal se burlaban de Elías diciéndole que su Dios estaba muy ocupado o dormido, pero Elías conocía a su Dios y tenía plena confianza en él y Dios lo respaldó en todo cuanto le mandó. El rey David conocía a Dios como quiero que mis hijos lo conozcan, como dice en el Salmo 139: Tú conoces cuando me siento y cuando me levanto; desde lejos entiendes mi pensamiento. Mi caminar y mi acostarme has considerado; todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y tú, oh SEÑOR, ya la sabes toda. Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano. Tal conocimiento me es maravilloso; tan alto que no lo puedo alcanzar.

Aún no está la palabra en mi lengua, y tú, oh SEÑOR, ya la sabes toda. Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano.

4. No le des a tu hijo un Cristo colgado en la cruz- si aun está allí sufriendo, ¿cómo voy a confiar realmente que me puede ayudar a mí? Sí, murió en la cruz y esto es central al mensaje del evangelio, las buenas nuevas de salvación que debes enseñar a tu hijo. Pero no se quedó allí, sino venció el pecado, la muerte y el mismo infierno y resucitó y vive hoy para socorrerme en cada necesidad y darnos la victoria. La cruz es historia vital, pero es historia. Más el hecho que hoy Cristo está sentado en el trono celestial reinando y nos da a nosotros, todo el que cree en él y entra a su reino, poder y autoridad sobre los cielos y la tierra- ¡eso es algo que inspira fe y confianza!

Dale a tu hijo el Dios de Hebreos 4:14-16 y dile, Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Y el de Romanos 8:31-39 … Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?… Cristo es el que murió; más aún, es el que también resucitó; quien, además, está a la diestra de Dios, y quien también intercede por nosotros… somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó…

No quieras bajar a Dios al nivel de tu hijo- es imposible y contraproducente

NO QUIERAS BAJAR A DIOS AL NIVEL DE TU HIJO, ANTES BIEN PRESÉNTALE AL DIOS ASOMBROSO Y TODOPODEROSO QUE OFRECE SUBIRNOS A SU NIVEL.

Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia son salvos! Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales para mostrar en las edades venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:4-10)

ESE ES MI DIOS Y EL DIOS QUE LES DOY A MIS HIJOS. ¿Y tú? Empieza hoy.

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