¿Cuántas veces decimos eso o al menos lo pensamos? Desafortunadamente no funciona así.
Una de las grandes frustraciones como padres es ver rasgos negativos en el carácter o conducta de nuestro hijo. Y una frustración aun mayor a esta, es reconocer que tiene ese rasgo porque lo tuviste primero tú, él simplemente siguió tu ejemplo.
La realidad es que enseñamos más con nuestro ejemplo que con nuestras palabras, aun si eres de muchas palabras. Los ojos de nuestros hijos siempre están sobre nosotros desde pequeños. Ellos observan todo porque somos sus héroes, su modelo, la mayor influencia en su vida, y quieren ser como nosotros. Eso es muy padre cuando se trata de nuestras fuerzas y cualidades buenas, nos alaga y nos sentimos orgullosos. Sin embargo, cuando le digo a mi hijo que no sea gritón y le acabo yo de gritar o que no diga mentiras cuando le acabo de decir que le diga al vendedor en la puerta que no estoy, la lección no cuadra y las acciones hablan más fuerte que las palabras.
Nadie queremos descarrilar a nuestros hijos a propósito ni ser una mala influencia para ellos, sino todo lo contrario. Queremos lo mejor para ellos, por lo cual hay que trabajar bastante – no solo en lo laboral para proveerles económicamente- pero aún más en nuestra vida privada donde dejaremos huella en ellos. Aun si ves mucho en tu vida hoy que no quisieras ver repetido en tus hijos, no es tarde, pero empieza con reconocer y arrepentirte ante Dios, y si es necesario ante tu hijo.
Con los estándares correctos, la ayuda de Dios y la perseverancia podemos ver los cambios necesarios en nuestra vida y de allí siguen nuestros hijos. El apóstol Pablo escribe las siguientes palabras que nos sirven de estándar: …pero sé ejemplo para los creyentes en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza. (1 Timoteo 4:12) Creo que abarca todo desde las actitudes a los hábitos. Pablo aún se atrevió a decir en 1 Corintios 11:1, Sean ustedes imitadores de mí; así como yo lo soy de Cristo.
Si no tuviste un buen ejemplo, si sientes que has estropeado todo o simplemente no sabes por dónde empezar, primero acude a Dios hoy y pide su ayuda y él te la dará, después de todo, él es quien te confió a cada hijo. Segundo, ve a la palabra de Dios que es el manual de la vida con las verdades que necesitas para tu vida y tu familia. Y tercero, busca consejo sabio de alguien que ves como ejemplo en palabra y hecho de estas cosas. Ojo, no habrá alguien perfecto ni aun cerca, así que no lo busques ni juzgues. Pero eso es bueno, porque significa que hay esperanza para mí con todas mis faltas, gracias a Dios.
— Por la gracia de Dios, tú puedes ser el ejemplo que necesita tu hijo. Cuando te levantas cada mañana dile a ti misma, “Este es el primer día del resto de mi vida”, y vívelo para que cuente.
[Si quisieras contactarme por inbox y te puedo servir, lo haré con gusto.]