El Salmo 128 dice: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
En el hogar, el temor a Dios se ve en la atmósfera que se vive. Cuando hacemos consciente a toda la familia que Dios está en medio de nuestro hogar en todo momento, esto va a afectar como nos hablamos los unos a los otros, las cosas que vemos y lo que hacemos. No se trata de algo religioso sino de reconocer que Dios es nuestro Padre- el mejor Padre por haber, perfecto, amoroso y santo. Y queremos que encuentre agradable habitar con nosotros.
Paz, unidad y amor reinarán en este hogar y el legado de los hijos será desear lo mismo para su vida y su futuro hogar.
Decir que Dios bendice al hogar, claro que no significa que todo es perfecto, ni en orden ni conducta. Pero cuando reconocemos a Dios como la Cabeza de nuestro hogar y levantamos sus estándares como los nuestros, nuestro buen Padre cumple sus promesas hasta a los hijos de los hijos.
Vemos su orden en Efesios 5:15-6:3.
Todos debemos aprender a someternos los unos a los otros por amor. Eso significa que porque amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, le tenemos consideración y pensamos en su deseo y necesidad, no solo en el nuestro. Mientras hay indicaciones específicas para el esposo, la esposa, los padres y los hijos, esta regla sigue siendo el principal.