When you read, “Rejoice with those who rejoice; weep with those who weep”, you probably think that it’s a no brainer. I mean, are you happy when a friend invites you to a birthday party? Of course. And when someone close to a friend dies, are you likely to cry with them? Probably. This is basic empathy, the kind that comes naturally and doesn’t cost much.
But what about when your present circumstances are very different then another’s? Can you rejoice with and not resent the coworker that gets the promotion that you really wanted? Can you rejoice with your friend that’s overjoyed with great grades he didn’t expect, when you fail? Can you rejoice with your sister for her 3rd pregnancy when you’re trying but haven’t had one? And how about being happy for everyone at Christmas when you have lost your spouse?
Comparison, envy, and discontent are a few of the things that can keep us from rejoicing with others. Jesus told a parable about a man who hired workers on an agreed wage and sent them to work his vineyard. Later he hired others and yet later a few more, but all went to work gladly at the wage offered. However, when at the end of the day they began to be paid and the last workers received the same wage as the first, the first were not at all happy. They believed their wage to be fully acceptable until they compared themselves with others and decided it wasn’t fair.
“He replied to one of them, ‘Friend, I’m doing you no wrong. Didn’t you agree with me on a denarius? Take what’s yours and go. I want to give this last man the same as I gave you. Don’t I have the right to do what I want with what is mine? Are you jealous] because I’m generous?’’ (Mt.20:13-15 CSB)
God is good all the time when we feel like it or not. His goodness to others does not limit his goodness to us nor the other way around, as His goodness has no bounds. When we rejoice with others amid our heartache or hardship, we are declaring our trust in God and His sovereign will. Yes, it means dying to self, not thinking more highly of yourself then you should, and honoring others before yourself. But then that is what it means be a living sacrifice, growing more like Christ and less like self.
Read Ro. 12:14; Mt. 20:1-16; Ps. 23; 118:24.
Pray repenting for envy and discontent and ask God to give you His heart of compassion and goodness.
Día 26: Gózate con los que se gozan
Cuando lees: Gócense con los que se gozan. Lloren con los que lloran“, probablemente pienses que es una obviedad. Quiero decir, ¿te alegras cuando un amigo te invita a una fiesta de cumpleaños? Claro. Y cuando alguien cercano a un amigo muere, ¿es probable que llores con ellos? Probablemente. Esta es la empatía básica, del tipo que viene naturalmente y no cuesta mucho.
Pero, ¿qué pasa cuando tus circunstancias actuales son muy diferentes a las de los demás? ¿Puedes regocijarte y no resentirte con el compañero de trabajo que obtiene la promoción que realmente querías? ¿Puedes gozarte con tu amigo que celebra las excelentes calificaciones que no esperaba, cuando fallas? ¿Puedes regocijarte con tu hermana por su 3er embarazo cuando lo estás intentando pero no has tenido uno? ¿O qué tal alegrarte con todos en la navidad cuando has perdido a tu conyuge?
La comparación, la envidia y el descontento son algunas de las cosas que pueden evitar que nos regocijemos con los demás. Jesús contó una parábola acerca de un hombre que contrató trabajadores con un salario acordado y los envió a trabajar en su viña. Más tarde contrató a otros y, sin embargo, más tarde a algunos más, pero todos se fueron a trabajar con gusto al salario ofrecido. Sin embargo, cuando al final del día comenzaron a pagarse y los últimos trabajadores recibieron el mismo salario que el primero, los primeros no fueron nada felices. Creían que su salario era totalmente aceptable hasta que se compararon con los demás y decidieron que no era justo.
“Pero él respondió y dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un salario para el día? Toma lo que es tuyo y vete. Pero quiero darle a este último como a ti.¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes envidia porque soy bueno?”.” (Mt.20:13-15 RVA2015)
Dios es bueno todo el tiempo cuando nos parece así o no. Su bondad hacia los demás no limita su bondad hacia nosotros ni al revés, ya que Su bondad no tiene límites. Cuando nos regocijamos con los demás en medio de nuestra angustia o dificultades, estamos declarando nuestra confianza en Dios y Su voluntad soberana. Sí, significa morir a uno mismo, no pensar más en ti mismo de lo que deberías, y honrar a los demás antes que a ti mismo. Pero, pues, eso es lo que significa ser un sacrificio vivo, creciendo más como Cristo y menos como uno mismo.
Lee Ro. 12:14; Mt. 20:1-16; Sal. 23; 118:24.
Ora arrepintiéndote de la envidia y el descontento y pídele a Dios que te dé Su corazón de compasión y bondad.