Have you heard the saying or maybe said it yourself? When you say this, usually you are getting pretty upset with someone guilty of causing you trouble. But take a step back a minute and think about it. The real problem is the “buttons” not who pushes them. If the buttons weren’t there, they couldn’t be pushed. These buttons have to do with what the Bible calls strongholds, and we are told to pull them down.
While there are negative thoughts that come at you like flying arrows looking for a weak spot to get into your mind, other thoughts come from a stronghold erected within your mind. A stronghold is a negative way of thinking that has become a habit for you, which means you tend to go there automatically when certain things happen. It usually starts with a negative experience in your life in which you judge the circumstances and come to a conclusion that you believe to be true but actually is not. That accepted truth is now defended above real truth. For example, your parents get divorced, and you feel it’s your fault and so you believe you ruin relationships. When you start dating, you tend to abort the relationship before it gets too serious because you know you will ruin it anyway. The truth is it was not your fault it was your parents’. But the lie you believed and reinforced over time became a stronghold. Or maybe, you grew up with a parent that was easily angered and often said, You made me mad! Your bottled-up anger now comes out in the same way, because as your parent told you, you said the same thing inside, believing your anger to be justifiable. But it was a lie when your parent said it and when you believed it. No one can “make us mad”. It is a personal decision each person makes to either dominate your feelings and actions or let them fly.
Jesus came to set us free through his truth and the power of the Holy Spirit. A stronghold is an area where the enemy is entrenched, and we are slaves to a wrong way of thinking. The first step is to ask God to open our spiritual eyes, so we can see strongholds. Second, you need to find the truth in the Bible that debunks the lie the stronghold is based on. Third, you need to repent to God for having believed a lie from the enemy over his truth and pull down the stronghold. Repeat as often as necessary. A few examples are depression, unforgiveness, lust, fear, anxiety, and shame.
“For the weapons of our warfare are not carnal but mighty in God for pulling down strongholds, casting down arguments and every high thing that exalts itself against the knowledge of God, bringing every thought into captivity to the obedience of Christ.” (2 Co. 10:4-5)
Read 1 Co. 8:2-3; Gal. 5:16-17; Mt.18:18; Eph. 4:22-24. Think about negative patterns in your life that are habitual and start asking God to show you where you have strongholds and deal with them one at a time
Pray: Repent and recognize the truth of God. Ask the Spirit to help you bind every lie and its power in your life and loose the freedom of truth. Ask the Lord to govern you mind.
Día 12: ¡No me busques porque me encuentras!
¿Has escuchado el dicho o tal vez lo has dicho tú mismo? Cuando dices esto, por lo general te estás molestando bastante con alguien culpable de causarte problemas. Pero da un paso atrás un minuto y piénsalo. El verdadero problema no es que te busque sino que tú tienes la tendencia de estallar. Si no fuera así, no te podrían presionar. Estas tendencias tienen que ver con lo que la Biblia llama fortalezas, y se nos dice que los derribemos.
Mientras que hay pensamientos negativos que vienen a ti como flechas voladoras en busca de un punto débil para entrar en tu mente, otros pensamientos provienen de una fortaleza erigida dentro de tu mente. Una fortaleza es una forma negativa de pensar que se ha convertido en un hábito para ti, lo que significa que tiendes a ir allí automáticamente cuando suceden ciertas cosas. Por lo general, comienza con una experiencia negativa en tu vida en la que juzgas las circunstancias y llegas a una conclusión que crees que es cierta, pero en realidad no lo es. Esa verdad percibida ahora se defiende por encima de la verdad real. Por ejemplo, tus padres se divorcian, y sientes que es tu culpa y por eso crees que arruinas las relaciones. Cuando comienzas a salir, tiendes a abortar la relación antes de que se ponga demasiado seria porque sabes que la arruinarás de todos modos. La verdad es que no fue tu culpa, fue de tus padres. Pero la mentira que creías y reforzaste con el tiempo se convirtió en una fortaleza. O tal vez, creciste con un padre que se enojaba fácilmente y a menudo decía: ¡Me hiciste enojar! Tu ira embotellada ahora sale de la misma manera, porque como tu padre te dijo, dijiste lo mismo por dentro, creyendo que tu ira era justificable. Pero era mentira cuando tu padre lo decía y tú lo creías. Nadie puede “hacerte enojar”. Es una decisión personal que cada persona toma para dominar sus sentimientos y acciones o dejarlos volar.
Jesús vino a liberarnos a través de su verdad y el poder del Espíritu Santo. Una fortaleza es un área donde el enemigo está atrincherado, y somos esclavos de una forma equivocada de pensar. El primer paso es pedirle a Dios que nos quite la ceguera para que podamos ver identificar las fortalezas. Segundo, hay que encontrar la verdad en la Biblia que desacredita la mentira en la que se basa una fortaleza. Tercero, necesitas arrepentirte ante Dios por haber creído una mentira del enemigo sobre su verdad y derribar esa fortaleza. Repite este proceso las veces que sea necesario. Unos ejemplos son la depresión, falta de perdón, lujuria, temor, ansiedad, y vergüenza.
“…porque las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2 Co. 10:4-6)
Lee 1 Co. 8:2-3; Gálatas 5:16-17; Mateo 18:18; Ef. 4:22-24. Piensa en los patrones negativos que son habituales en tu vida y empieza a pedirle a Dios que te muestre donde tienes fortalezas y trata con ellas una a la vez.
Orar: Arrepiéntete y reconoce la verdad de Dios, pídele al Espíritu que te ayude a atar toda mentira y su poder en tu vida y a perder la libertad de la verdad. Pide al Señor que gobierne en tu mente.